jueves, 23 de agosto de 2007

De eso NO se habla....

La carrera de un futbolista puede estar plagada de buenas y malas. El mundo del fobal acepta miles de excusas cuando las cosas no funcionan. Entre ellas se perdonaron declaraciones como: "no me adapté al fútbol turco", "me cortaron las piernas", "tengo que terminar mi carrera universitaria", "el DT es un mentiroso", "Me piden cosas que no puedo hacer en un cancha" y hasta "mi mamá se pone mal".
Así el hincha se acostumbró a perdonar excusas de un vago, de un drogon y hasta de un nene mimoso, pero si hay algo que nunca, pero nunca se perdonó, es una declaración sobre "el negocio". No recuerdo a algún jugador que se haya "vendido" al contrario y no fue silbado, tampoco a que salió ileso de haber exigir públicamente más dinero que sus compañeros. En el mundo del fobal, del hincha, hablar de guita está mal, "no se hace", no se entiende. Cuando algunos lo hicieron, fueron acusados de mercenarios. Es más, a Veron se lo catalogó de vendepatria por demorar en tirar un corner contra Inglaterra, cuando él jugaba en el Manchester.
Lo loco -y no Bernao- del caso, es que ahora el que habla de negocio fue el abanderado del no-negocio. El jugador al que "los líricos" catalogaban de antisitema (?) cuando renunció a la selección por no soportar las presiones que suponían ser el eje de una selección. ¿Que extraña razón le hace pensar que, una vez en Boca, ante el menor error sus detractores no salgan a decir cualquier barbaridad de él? ¿Acaso su madre se siente mejor cuando se lo critica por el fútbol domestico, que cuando se lo acusa por la selección? ¿Que dirán ahora los defensores del fútbol no-negocio?
Me encanta el juego de Riquelme, disfrutó de él aún cuando pone en ridículo a los jugadores de Independiente, pero hay límites que un jugador no debe pasar, y uno fundamental es NO hablar de dinero delante de las cámaras.
El negocio del fútbol, al igual que su juego, se sostiene con el engaño. Gambetear la parte del negocio anteponiendo el "amor por la camiseta" es parte del juego. No se puede levantar las banderas del lirismo, acusando a equipos extranjeros de "hacerme correr todo él día", cuando se espera que un club argentino pague más de 16 millones de euros por tener a un jugador en sus filas. Mucho menos, cuando los ingresos por televisión -los más importantes- llegan apenas a US$ 4.000.000 anuales.
No se puede incinerar mediaticamente a la dirigencia de un club, diciendo que se va a jugar un año gratis, gracias a la amistad con un impresentable del periodismo deportivo. Un jugador de la gente, debería tener en cuenta que ante todo está EL CLUB. No se puede esperar que todos salgan corriendo detrás de los caprichos de un nene, que para esta altura tiene 30 pirulitos y las bolas bien grandes.
Pero lo que menos se puede esperar de un jugador de fútbol es que NO actúe como hombre. Si hasta el momento -y más allá de sus excelentes virtudes como jugador de fútbol- Riquelme sobresalía por su posición rebelde y de "jugador de fobal", de tipo que iba a contrapelo del "gran negocio del fútbol" (?), de jugador de códigos, de futbolista de la vieja escuela, esa postura le acaba de tirar por la borda. Los caprichos tienen un limite, y eso el fútbol se lo hace saber a todos, incluso al propio Diego.

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